Una frase sencilla, sí… pero tan potente que ha sobrevivido más de dos milenios.
Se la atribuimos a Sócrates, aunque la verdad es que nos llega gracias a su discípulo Platón, que en sus Diálogos lo retrató como un maestro distinto a todos. Sócrates no regalaba respuestas prefabricadas; prefería abrir caminos. Caminaba por Atenas, se detenía ante políticos, poetas, artesanos… y les lanzaba preguntas. Muchas, a veces incómodas. Y ahí sucedía lo fascinante: cuanto más respondían, más evidente quedaba que sabían menos de lo que creían. No era burla, era una revelación. Y así nació esta joya de humildad consciente.
Porque no es ignorancia. Es valentía. Es mirarte al espejo y admitir: “Aquí hay cosas que no sé… y eso está bien, porque significa que puedo aprenderlas.”
Hoy, en plena era digital, donde parece que todos opinan de todo y las redes premian tener siempre la última palabra, esta frase se vuelve un antídoto. Nos recuerda que no necesitamos saberlo todo para tener valor; lo que necesitamos es la disposición a cuestionar, escuchar y evolucionar.
Activar la mente aprendiz es abrir la puerta al crecimiento:
-
Preguntar sin miedo a parecer “ignorante”.
-
Dudar de lo que creíamos obvio.
-
Cambiar de opinión cuando encontramos razones mejores.
Eso, también, es sabiduría. Y es un tipo de sabiduría que no se acumula como datos en una carpeta: se vive, se entrena y se renueva cada día. Porque quien reconoce que no lo sabe todo… tiene infinitamente más espacio y oportunidades para aprenderlo todo.
A continuación dejo un Video acerca del Tema que espero disfrutes. Gracias por llegar hasta aquí. Dios Te Bendiga