Nota importante:
En Cada entrada interpretamos una baraja diferente del Tarot, A través de Daniel, sus peripecias y lecciones de vida conectamos directamente con la interpretación de las cartas.
Las fui realizando cada día y retirando las anteriores cartas, pese a que algunas, decidieron repetir como en este caso, con la Sota de Espadas, más no así en la historia. Espero que las disfruten y veremos que nuevas sorpresas nos trae “El Tarot” para el Futuro.
Que Dios los bendiga.
SOTA DE ESPADAS 2
Daniel, mi pequeño aprendiz, gozaba del amor incondicional de sus padres y familiares, pero dentro de él yacía una raíz de disconformidad, un algo que lo hacía diferente al resto. Se miraba en el espejo y solo resonaban en su mente unas palabras que le taladraban el alma: «No pertenezco.»
Este pensamiento constante no le daba sosiego, y ante cualquier palabra o gesto, su respuesta era siempre con ira, con una rabia nacida de sentirse incomprendido por todo y por todos. Esto lo llevó a pelear con sus hermanos, con sus padres, con sus vecinos… «Nadie, nadie era capaz de comprenderlo.»
Un día, tras un arrebato en el que hirió levemente al hijo del panadero, un policía fue llamado para intervenir. Sin embargo, en el camino se encontró con un anciano que, en su momento, lo había ayudado. El viejo le pidió que lo acompañara para ver si podían solucionar la situación de otra manera.
El anciano se acercó a Daniel y le dijo:
—Perdona, quizás seas tú el único que me comprende. Estoy harto, soy viejo, y todos aquí me ven como una escoria. Siempre me he sentido diferente —continuó—. Mis ideas, todos dicen que no sirven, que son obsoletas. Me siento un inútil… pero si fuese joven como tú, me vengaría de todos y, ante cualquier gesto que no me gustara, les pegaría.
Asombrado, Daniel levantó la mirada y respondió:
—Yo quisiera saber lo que usted sabe. Y no se preocupe, haré que lo respeten. Pelearé por usted, ya que Dios lo puso en mi camino para que lo defienda.
El anciano se levantó del suelo con la ayuda de su bastón y del joven. Desde entonces, todos los días, al salir de clases, Daniel iba en busca de su viejo amigo. Hablaban y reían.
Con el paso del tiempo, aquel Daniel bravucón se convirtió en quien escuchaba a los jóvenes con paciencia. Les decía:
—Aún soy diferente, pero ahora no odio a nadie. Los observo y me maravillo de cada gesto, de cada acción. Cambié mis puños por mis ojos, mi palabra y mis gritos por escuchar. Mi fuerza arrebatadora la he cambiado por la fuerza que se apoya en mi bastón. Y, como el viejo, ahora entiendo que siempre hemos sido diferentes.
Al final, siempre he sido igual a los demás, «queriendo marcar mi diferencia.»
Sota de Espadas
En el amor: Solo con querer no se puede hacer que un árbol crezca. Todo en esta vida exige dedicación.
En el dinero: Si no eres capaz de ver lo que tienes frente a ti, quizás ha llegado el momento de relajarte y cambiar la estrategia.
En la salud: Cuidado con la boca, los dientes y todo lo que comes en estos días.
Que Dios los bendiga, un fuerte abrazo y ¡feliz día!
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