Divina Pastora,

Hoy 14 de enero de 2015, Día de la Divina Pastora, Quiero hacer un homenaje especial al pueblo de Barquisimeto, Estado Lara y de Venezuela por su día, deseo que desde este punto del planeta salga una gran bendición de Salud, Amor y Paz, Unión, Respeto y Prosperidad para todos. Feliz Día!.

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LA DIVINA PASTORA Historia y Leyenda conviven en un hermoso relato

por investigaciones, sabemos que hasta la fecha han transcurrido 280 años desde que la imagen de la Divina Pastora llegó por equivocación al pueblo de Santa Rosa. Sorprendido por el error, el párroco de la época intentó devolverla, pero al hacerlo descubrió que el deseo divino de la Pastora por reinar era más fuerte que cualquier esfuerzo por retirarla.

Francisco Ruiz Gijón, escultor sevillano, fue el encargado de realizar la imagen de la Divina Pastora, solicitada por el párroco de Santa Rosa. Sin embargo, el sacerdote había pedido originalmente una figura de la Inmaculada Concepción, no de la Divina Pastora.

Al reconocer esta señal divina, la comunidad dejó de insistir en corregir el supuesto error y, en su lugar, comenzó a venerar a la Divina Pastora, quien demostró su bondad al proteger a un pueblo que sufría en la miseria.

En 1856, una epidemia de cólera devastó la ciudad, causando numerosas muertes. Desesperado, el presbítero José Macario Yépez ofreció su vida como la última víctima de la enfermedad. A partir de entonces, cada 14 de enero, la imagen de la Divina Pastora es llevada en procesión desde su santuario en Santa Rosa hasta la Catedral de Barquisimeto, como agradecimiento por haber puesto fin a esa terrible epidemia.

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Oh María, madre buena y pastora nuestra fiel, tú que nos alimentas y robusteces nuestras almas.

Nos alimentas con el ejemplo de tus virtudes, nos robusteces con las gracias que nos alcanzas de tu hijo.

Nos buscas cuando nos alejamos del redil de tu hijo; nos llamas cuando ves que nos acercamos al peligro; tus silbidos reclaman a las que se alejan.

Buscando su regreso a Dios, las iluminas, les infundes confianza, les alientas para que salgan del pecado y vuelvan a los brazos de Dios.

Cumple siempre esa misión maternal a nuestro lado.

Lo suplicamos por Jesucristo nuestro señor Amen.

ACLAMACIÓN

Pastora, divina, seguirte yo quiero

Por los valles y oteros, tus huellas en pos.

Por montes y valles caminas hermosa

Con grey y venturosa delante de tí…

Y tú la apacientas por vega florida,

Con tus pastos de vida que brotan virtud

Que yo, Madre mía, de tí no me aleje,

Mi pérfido deje tu santo redil…

 

PLEGARIAS

Para que la Eucaristía sea venerada aquí y en todas las iglesias que hay en todo el mundo.

Roguemos al Señor…

Para que María nos ayude a prepararnos para recibir dignamente el cuerpo de su hijo.

Roguemos al Señor…

Para que María nos alcance constantes gracias que fortalezcan nuestras almas.

Roguemos al Señor…

ORACIÓN FINAL

Divina Pastora de las Almas.

El buen pastor nos recuerda su solicitud por la alimentación de sus ovejas. Las cuida, alimenta, lleva a buenos pastos.

Tú, Madre celestial, vienes también en nuestra ayuda.

El cuerpo de tu hijo Jesucristo que se nos da en la comunión es tu cuerpo, pues en ti fue formado virginalmente.

Tu puedes decirnos: «Yo soy la Buena Pastora que apacienta sus ovejas con el fruto bendito de su vientre, con el pan de ángeles que se formó en mi seno».

Queremos recibir con frecuencia este don para alcanzar fuerzas para caminar robustos y sanos por el largo y difícil sendero de la vida hasta llegar al cielo.

Lo suplicamos por Jesucristo nuestro Señor.

Amen…

Texto Original de: http://goo.gl/79Wseh 

 

Divina Pastora de las Almas, España

Las primeras representaciones de Jesucristo, encontradas en las catacumbas de Roma, lo muestran como el Buen Pastor, llevando una oveja sobre sus hombros. Es natural, por lo tanto, que a su madre, la Virgen María, se la haya denominado como la Divina Pastora de las Almas.

Bajo esta advocación, la Virgen se presentó a diversas figuras religiosas, como San Juan de Dios en 1515, San Pedro de Alcántara, Santa María Francisca de las Cinco Llagas, Sor María de Jesús, entre otros. No obstante, la devoción formal a la Divina Pastora se originó con su aparición a Isidoro de Sevilla en 1703.

Es admirable cómo la Virgen quiso acercarse a los corazones y preparar el camino para esta nueva devoción, manifestándose repetidamente vestida con el humilde y encantador traje de pastora.

Se dice que San Juan de Dios fue el primero en recibir esta gracia celestial. En 1515, mientras servía como soldado en Fuenterrabía, durante el asedio de los franceses, fue derribado por su caballo y perdió el conocimiento. Al recobrar los sentidos y encontrarse en peligro de caer en manos enemigas, San Juan invocó con fervorosa confianza a la Madre de los Desamparados. Fue entonces cuando la Virgen se le apareció, vestida como pastora, y le ofreció un vaso de agua que calmó su ardiente sed.

—¿Quién sois, Señora? —preguntó San Juan.

—Aunque me veas en tan humilde traje, soy la Reina de los cielos y la tierra, que he venido a tu auxilio —respondió la Virgen.

La visión desapareció, dejando a San Juan de Dios reconfortado y libre de peligro. Años más tarde, su heroica caridad le haría merecedor del título de Padre de los Pobres.

Además de la aparición a San Juan de Dios, se cuentan otras manifestaciones de la Divina Pastora, como la de San Pedro de Alcántara, Santa María Francisca de las Cinco Llagas, Sor María de Jesús, entre otras.

LA APARICIÓN PRINCIPAL DE LA ADVOCACIÓN

El origen de la devoción a la Divina Pastora se debe al Padre Isidoro de Sevilla, un religioso capuchino español que nació en 1662 en Sevilla.

En 1681, ingresó en la Orden Capuchina y fue ordenado sacerdote en 1687, dedicándose a la predicación. Fue él quien inició la práctica de sacar los Rosarios en procesión por las calles.

La noche del 15 de agosto de 1703, mientras oraba en el coro bajo, detrás del altar mayor de la Iglesia de los Capuchinos de Sevilla, la Santísima Virgen lo recompensó por su fervor, apareciéndose con traje y aspecto de pastora, y le ordenó que predicara la devoción a ella bajo ese título.

Al día siguiente de la aparición, el Padre Isidoro se entrevistó con el famoso pintor Don Alonso de Tobar, a quien encargó la reproducción en un lienzo de la imagen que había visto, describiéndola detalladamente:

«En el centro, bajo la sombra de un árbol, la Virgen Santísima sentada en una peña, irradiando amor y ternura desde su divino rostro. Llevará una túnica roja, cubierta hasta las rodillas por un pellico blanco ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado sobre su hombro izquierdo, rodeará su cuerpo, mientras que el derecho quedará descubierto en la espalda. Llevará un sombrero pastoril y junto a su mano derecha aparecerá el báculo de su poder. En la mano izquierda sostendrá al Niño Jesús, y la derecha reposará sobre un cordero que se acoge a su regazo. Algunas ovejas rodearán a la Virgen, formando su rebaño, y todas llevarán en sus bocas rosas, simbolizando el Ave María con el que la veneran».

El 8 de septiembre de 1703, el Padre Isidoro presentó ante el pueblo sevillano el cuadro de la Divina Pastora, organizando una grandiosa procesión desde la Parroquia de San Gil hasta la gran Alameda de Hércules. Bajo un álamo centenario, colocó el hermoso cuadro de la Divina Pastora, improvisó un púlpito y predicó un elocuente sermón basado en el versículo del Cantar de los Cantares: «Oh, tú, la más hermosa entre las mujeres, sal fuera y sigue las huellas del rebaño, y apacienta a los cabritos junto a las cabañas de los pastores».

El Padre Isidoro interpretó estas palabras con tanto fervor que el pueblo sevillano, conmovido y lleno de entusiasmo, rompió en vítores y cánticos de amor hacia la Virgen. La imagen de la Virgen, que había dejado a un lado su manto de realeza y majestad para ceñirse la humilde pellica de pastora, transmitía confianza y protección a sus devotos.

A raíz de este acontecimiento, se fundó en Sevilla la Hermandad de la Divina Pastora en la Parroquia de San Gil, y luego en San Martín, organizándose famosos Rosarios en los que el estandarte de la Virgen era llevado triunfalmente por las calles de la ciudad andaluza.

En 1729, Felipe V y su corte llegaron a Sevilla y visitaron el Convento de los Capuchinos, donde el Padre Isidoro les dio a conocer la nueva devoción que había fundado. Este evento fue de tal magnitud que tuvo repercusión en toda España. Reyes, príncipes, infantes y la nobleza no solo se afiliaron a la Hermandad de la Divina Pastora, sino que también financiaron las funciones de la novena consagrada a su imagen.

El Padre Isidoro falleció en Sevilla en 1750, y en 1755 ingresó en el mismo convento el Beato Diego José de Cádiz, quien llegaría a ser el misionero más popular de su época. Durante todas sus misiones por España, llevaba consigo el estandarte de la Divina Pastora, a quien consideraba su patrona y guía.

La devoción y el culto a la Divina Pastora en las provincias capuchinas de España fueron aprobados por el Papa Pío VI el 1 de agosto de 1795, estableciendo la fiesta de la nueva advocación el segundo domingo después de Pascua.

Los capuchinos, siempre entusiastas propagadores de la devoción a su ilustre patrona, llevaron la imagen de la Virgen a los altares de todas sus iglesias. El intercambio de misioneros entre conventos fue extendiendo la devoción por toda la península. En 1863, una súplica firmada por numerosos cardenales, arzobispos, obispos y superiores de diversas órdenes religiosas fue presentada al Papa Pío IX, solicitando que la fiesta de la Divina Pastora pudiera celebrarse en todas aquellas diócesis que así lo desearan, a lo que el Santo Padre accedió gustosamente.

CANTO A LA DIVINA PASTORA

Adiós Pastora del alma mía,

Llegó la hora ya de marchar,

Pero mi alma, siempre a tu lado

Pastora mía, siempre estará.

Cuando la lluvia da en los cristales

Y se oscurece la luz del sol.

Para los pobres, Pastora mía

A tus favores imploro yo.

Cuando en los valles en primavera,

En varias flores refleje el sol,

Te haré yo un canto, Pastora mía,

Sencillo y tierno como el Amor.

 Texto Original de: http://forosdelavirgen.org