Mario Moreno Cantinflas.
Uno de los más grandes maestros de Latinoamérica y del mundo, Cantinflas es, sin duda, un ícono cuya genialidad trasciende su papel de actor cómico. Su inigualable sensibilidad humana y la maestría de sus guionistas lograron, durante más de tres décadas, insertar en la mente y los corazones del público una serie de conceptos morales y sociales que desafiaban, de manera sutil pero incisiva, a los poderes establecidos. A más de uno de los caudillos de su tiempo, esos mensajes envolventes y perspicaces seguramente les resultaron incómodos, pues Cantinflas, con su característico estilo, golpeaba suavemente allí donde era necesario, desnudando las contradicciones de la sociedad.
Lo revolucionario en Cantinflas no residía en las barricadas ni en los manifiestos, sino en la forma en que, bajo la apariencia de una comedia ligera, desarmaba las estructuras de poder y señalaba las injusticias con una sonrisa, evitando la confrontación directa, pero plantando una semilla crítica en su público. Fue un verdadero maestro de la subversión amable, capaz de provocar reflexión desde la risa.
En mi opinión, es curioso que tantas camisetas, grafitis y productos comerciales se dediquen a otros personajes, como es el caso de Ernesto Che Guevara, que se erigen como símbolos de resistencia, cuando el auténtico revolucionario, que con su humor transformó conciencias y desafió el orden social, fue este cómico y bonachón mexicano. Por mérito propio, Cantinflas representa la auténtica revolución cultural que, sin violencia ni imposiciones, se cuela en el corazón del pueblo y lo invita a pensar y a cuestionar desde la empatía.
Por un lado Ernesto Che Guevara, escogió las armas, el asesinato y aplastar a los pueblos con una supuesta revolución que sólo ha llevado a 50 años de esclavitud, homicidios, encarcelamientos, desaparecidos, secuestros, segregación y castigos a pueblos enteros en Cuba, Guatemala, El Salvador, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina y tantos más que son pisoteados por las botas de la barbaridad, déspotas de derechas y de izquierdas.
Por el otro lado, el revolucionario del libro como Mario Moreno Cantinflas, Simón Rodríguez, Rómulo Gallegos, Antonio Machado, Miguel Hernández, sin mencionar a King, Gandhi o Mandela y tantos más que se escapan a la torpeza de mi mente y siguen formando parte de las piedras y las rejas en las que se pudrieron sus huesos. Han roto las cadenas para inspirar a generaciones, recordándonos que, aunque ya no estén, sus ideales permanecen tan vivos como siempre.
Durante mi infancia, creo haber visto todas sus películas: El Barrendero, El Padrecito, El Señor Doctor, El Patrullero 777, Soy un Prófugo, Su Excelencia y tantas más. Cada una de ellas, con su alto contenido social y ese humor único, ya fuera por sus inteligentes bromas o las travesuras propias de un payaso nato, logró que Cantinflas trascendiera la pantalla. Tanto fue su impacto que incluso llegó a enriquecer a la Real Academia de la Lengua Española, donde pueden buscar su nombre y confirmar que figura como sustantivo y verbo, un reconocimiento insólito para un personaje que supo cautivar a todo un pueblo.
Sin más, hoy los invito a buscar más información sobre su vida y ver alguna de sus tantas películas para recordarlo como merece.
Feliz día, que Dios los bendiga y un gran abrazo
Ricardo Latouche