Nota importante:  En Cada entrada  de este curso interpretamos  un Arcano del Tarot,  A traves de Daniel, sus peripecias y lecciones de vida conectamos directamente con la interpretación de las cartas.

Las fui realizando cada día y retirando las anteriores cartas, pese a que algunas, decidieron repetir más no así en la historia. Espero que las disfruten y veremos que nuevas sorpresas nos trae “El Tarot” para el Futuro.

Que Dios los bendiga.

EL EMPERADOR

A las 5 de la mañana sonó la puerta del Templo. Ante sus puertas se encontraba un general, enviado directamente por el Emperador de China, que buscaba al joven monje llamado Daniel. Todos en el monasterio se preocuparon enormemente, pues era bien sabido que el carácter de este hombre no era precisamente suave. Por otro lado, las opiniones del muchacho en muchas ocasiones podían exasperar a cualquiera, y más aún a las autoridades.

Daniel salió al encuentro del enviado, y este, sin más, le dijo que debía ir con él hasta Pekín.

—¿Pero qué pasa? —preguntó “El Prior”.— ¿Qué ha podido hacer este joven para ser convocado ante el mismísimo Emperador?

El general se limitó a comentar que cumplía órdenes. Así comenzó un peregrinar de camiones, helicópteros y aviones hasta llegar a la gran ciudad. Pasadas más de 20 horas, Daniel finalmente se encontraba en el Palacio Real. Los nervios le brotaban en enormes gotas que empapaban sus vestimentas, pero en su mente no podía sospechar lo que pronto acontecería.

Tras lo que pareció una eternidad en un pequeño salón, se abrió una puerta y otro general le dijo:

—Pasa, muchacho, su Majestad te recibirá ahora.

El protocolo en esos casos era muy estricto, y el muchacho estaba aterrorizado. Al entrar, se encontró con un gran número de altos oficiales y hombres vestidos con trajes de gran lujo.

—Pasa, muchacho, no temas —le dijo el jefe supremo del imperio—. Nos encontramos ante una situación muy grave y debemos tomar una decisión que puede cambiar el curso de la historia.

—Su Majestad, ¿pero cómo puedo ayudar? Soy un simple monje de las montañas, y mi cultura es la del Templo y el camino.

—Daniel, tus hazañas y tu buen razonamiento resuenan en todos los cimientos del Imperio. Sé que no eres el mejor de mis adeptos, y es precisamente desde ahí que confío en tu buen entendimiento. Hace tres días, una patrulla de nuestro país, por un accidente, torpedeó un barco de pesca de Japón. Ahora nos enfrentamos a la posibilidad de una guerra que podría acabar con la vida de miles, o incluso millones, de personas. Mis generales opinan que disculparnos e indemnizar a las familias solo nos mostraría como débiles, pero mis asesores diplomáticos ya están hablando de llevar el caso a la ONU, alegando que estaban dentro de nuestro territorio. Te he llamado para que nos des tus sabios consejos.

Ante esto, Daniel temió aún más por su vida.

—Majestad, comprendo que si no sigo las órdenes de sus militares, sus diplomáticos, o incluso su propia voluntad, mi vida no valdrá nada. Como monje, no le temo a la muerte, pero por favor, compréndame a mí.

—Joven, no te preocupes. Los que te han mandado llamar son ellos porque, como te decía anteriormente, sabemos de tu buen tino a la hora de resolver situaciones incómodas.

—Majestad, en ese caso, mi propuesta es enviar prontamente una comisión a Japón para llevar a cabo una investigación conjunta, pedir disculpas de inmediato y poner bajo arresto a los oficiales de nuestra armada. Es sabio indemnizar a las familias, y además podríamos aprovechar la oportunidad para solicitar unilateralmente que se abra el mar a la pesca regular de ambos países. Esto nos ahorrará gastos en la persecución constante de los pescadores en ambas fronteras. Creo que esta situación debe resolverse entre los dos países, y, por último, ofrecería a las familias de los pescadores otro barco para que puedan continuar su labor.

Acto seguido, el Emperador se echó a reír y agradeció al joven, y sin tomar aliento, prosiguió:

—Joven, si es tu deseo, quisiera que te quedaras como asesor del imperio. Pero sé que tu vida está dedicada al saber. Solo te pido que, si alguna vez necesitamos nuevamente tu buen consejo, acudas sin temor. Si deseas algo como recompensa para ti o los tuyos, solo tienes que decirlo.

—Su Majestad, ¿qué mayor retribución que saber que hoy hemos salvado millones de vidas?

El Emperador…No es el más macho, ni el que más larga la tiene, simplemente es el que sabe rodearse de los más inteligentes para la mejor convivencia de su estado.

El Emperador en el Amor: Nunca impongas tu razón eso solo te hace débil.

En el Dinero: Las oportunidades solo son para los que salen a la búsqueda de ellas.

En la Salud: Respeta a los demás para que te respeten.

Feliz semana, y un fuerte abrazo

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