Rezar, meditar o desear (pero cuidado… no invadir)
Por: Ricardo Latouche Pardo
Rezar y REZAR son dos actos que parecen lo mismo, pero no lo son. Rezar, con minúsculas, es como encender un aparato, algo automático, una serie de palabras recitadas de memoria que salen sin alma, sin intención. No tiene vida, es un simple ritual vacío, donde la energía no fluye.
Pero cuando realmente REZAS, todo cambia. Entras en un estado de conexión, de profunda meditación, donde cada palabra cobra un sentido especial. No es solo la mente la que participa, es todo tu ser. Es una vibración que nace desde lo más profundo de tu ser, transformándose en un susurro que viaja más allá de lo visible. Como un mantra, esas palabras resuenan en el universo, tocando las fibras de lo invisible, moviendo energías, y alterando lo que parecía inmutable.
Cuando REZAS de verdad, sientes el eco en tu interior, y el universo responde. Es un diálogo sagrado, una conversación íntima con las fuerzas que gobiernan lo que no podemos ver, pero que sentimos en cada célula. El susurro que sale de tu boca tiene el poder de mover montañas y transformar vidas.
En el mundo de la meditación, también encontramos dos enfoques muy distintos que debemos conocer. Por un lado, está la Meditación Occidental, que consiste en analizar, revisar y desmenuzar una situación o problema. Es un proceso activo y mental, donde desglosamos cada aspecto para entenderlo mejor. Es una forma de resolver a través del intelecto, usando el pensamiento lógico y estructurado para obtener claridad.
Por otro lado, está la Meditación Oriental, que se enfoca en aquietar la mente lo máximo posible, derribando barreras, tabúes y miedos, permitiendo que el «pensamiento libre», sin límites ni fronteras, fluya con naturalidad. Es como lanzar una piedra en un lago: observamos cómo las ondas se expanden en todas direcciones, alcanzando cada rincón de la orilla. Pero más allá de eso, al estilo del efecto mariposa, esas ondas no solo afectan la superficie del agua, sino también el aire y el espacio más allá de lo visible.
En este estado, te conviertes en un halcón que viaja libremente, alcanzando todo lo que te rodea. Puedes ver una piedra desde todas las perspectivas: desde el fondo del lago, sobre la tierra o incluso desde el cielo. Es decir, obtienes una visión completa, desde todos los ángulos posibles, sin la interferencia de los pensamientos rígidos, abriendo el camino hacia una comprensión más profunda y expansiva.
Ahora, reflexiona sobre el poder de la meditación al activar tu Tercer Ojo (Sexto Chakra), combinado con un mantra tan hermoso y potente como el “Padre Nuestro” o el “Nam Miojo Rengue Kio”. En este momento, tu boca expresa abiertamente lo que tu mente consciente está pidiendo, mientras tu plexo solar y tu corazón están abiertos, sin miedo ni deseo alguno, salvo el de transmitir el verdadero sentido de la oración o el mantra. Así, en lugar de simplemente rezar, te conviertes en una gran antena parabólica, una repetidora que irradia energía y intención. Este es, en esencia, un poco del concepto filosófico del Reiki.
Si realmente aprendes a REZAR o MEDITAR, te transformas en un agente sanador del universo. Imagina el poder que se genera cuando muchas personas utilizan esta antena en un mismo lugar o momento, unidas por un solo pensamiento o deseo.
En este acto, es fundamental preguntarse: ¿debo pedir? ¿Qué debo pedir? ¿Cómo debo hacerlo? ¿Cuándo es el momento adecuado? Y, lo más importante, ¿realmente vale la pena pedir? Porque hay que tener cuidado; también conlleva una gran cuota de responsabilidad.
¡Imagina! ¿Qué podría suceder si, por ejemplo, una persona enfrenta un “cáncer terrible”? Supongamos que, en sus Archivos Akásicos, sabe que esta es su forma y momento correcto de partir. Sin embargo, debido a tu gran amor y apego, tú y un grupo de personas deciden pedir por su salvación. ¿Sería esto correcto?
Desde este punto, es de donde parte el principio exento de la meditación: “Dios todopoderoso, que se haga tu voluntad y no la mía”. Esta frase refleja una profunda comprensión de la entrega y la aceptación del plan divino, incluso cuando nuestros deseos personales nos empujan a luchar por lo contrario.
Es importante destacar que, al buscar en la Real Academia Española (RAE), el significado de “rezar” se refiere a la acción en sí, pero no capta el sentido profundo de REZAR que realmente debemos considerar. Este sentido va más allá de la simple repetición de palabras; se trata de conectar con lo divino y abrirse a la voluntad del universo, dejando que la verdadera esencia de la oración guíe nuestras intenciones.
http://lema.rae.es/drae/?val=rezar
Lo mismo sucede con Meditar occidental y oriental, la (RAE) sólo se refiere a un pensamiento activo y no pasivo.
http://lema.rae.es/drae/?val=meditar
Gracias a S. M. porque me escribió un mensaje y a raíz de ello me inspiró para realizar esta reflexión.
Que Dios los bendiga.
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