Nota importante:
En Cada entrada interpretamos una baraja diferente del Tarot, A través de Daniel, sus peripecias y lecciones de vida conectamos directamente con la interpretación de las cartas.
Las fui realizando cada día y retirando las anteriores cartas, pese a que algunas, decidieron repetir más no así en la historia. Espero que las disfruten y veremos que nuevas sorpresas nos trae “El Tarot” para el Futuro.
Que Dios los bendiga.
3 DE OROS
Daniel era aún un niño muy pequeño, pero ya se notaba esa fuerza que emanaba de él, como la lava de un volcán. Aquel chiquillo lo exploraba todo, y cualquier cosa lo mantenía entretenido. En su boca, prácticamente solo se le conocía una estrofa: «¿Por qué?»Las preguntas de Daniel iban más allá de lo común para su edad, tocando temas profundos y, a veces, sorprendentes.
En poco tiempo se celebraría un evento que solo ocurría cada 20 años. Todos los monjes se preparaban con esmero, ya que el ganador recibiría becas de estudio y enseñanzas especiales de una gran cantidad de maestros budistas de toda Asia. Se trataba de un concurso de creatividad: proyectar una estructura, ya fuera un templo, casa, edificio o comercio, pero debía ser factible su construcción. Lo sorprendente era que aquellos planos se guardaban como verdaderos tesoros. Los monjes que no solo «ganaban», sino que con el paso de los años veían realizado su sueño, gozaban de gran prestigio.
Daniel quería participar en el concurso, pero todos sabían que, siendo tan joven, no tendría oportunidad alguna. Aun así, insistió tanto ante su maestro protector e incluso ante el Prior, a quien no dejaba de seguir por los pasillos durante días, que finalmente lograron escucharle. Una mañana, el Sumo Sacerdote le dijo: “Ve, Daniel, deja tu clase y prepara tu proyecto.” El travieso muchacho apenas escuchó esas palabras cuando ya había salido corriendo, emocionado por la oportunidad.
Con su amiga Rebeca, Daniel pasaba horas jugando en el río del valle. Siempre se las ingeniaban para encontrar formas creativas de llevar el agua hasta el elevado templo, ya que cada monje tenía que bajar dos veces al día con dos pesados cubos a la espalda. Juntos idearon teleféricos con poleas, túneles o zanjas que recorriesen kilómetros siguiendo el caudal del río, e incluso molinos de agua. Sin embargo, ninguno de estos planes lograba abarcar la distancia ni se ajustaba a los recursos económicos del monasterio.
Daniel tenía clara su idea, pero no sabía cómo plasmarla ni concretarla. Intentaba, sin éxito, aprender de sus mayores; sin embargo, o no tenían tiempo para enseñarle o simplemente no querían ayudar al muchacho.
Pasadas tres semanas y con el tiempo agotado, los monjes comenzaron a entregar sus proyectos uno por uno. Daniel, siendo el más joven y el último en ser elegido para participar, esperó pacientemente su turno para presentar. Sabía que todas las miradas estarían sobre él, y aunque algunos dudaban de su capacidad, su determinación no había flaqueado en ningún momento.
Durante un sueño, Daniel recordó un día en que, soplando agua a través de una rama de bambú, se dio cuenta de que, al angostarla en la punta, el agua salía con mucha más fuerza. En ese momento comprendió que ahí estaba la clave de su proyecto.
Por fin llegó el momento del niño Daniel. Muy serio, miraba a sus maestros, consciente de que ese era su momento de gloria. En sus manos tenía un papel rayado mil veces y una varita de bambú. Su cara estaba sucia porque, durante la espera, había comido un mango que, al parecer, se había peleado con él. Pero sin perder tiempo, dijo:
«Quiero dotar de agua al templo. Me parece un desperdicio de esfuerzo y tiempo que mis mayores tengan que buscar el agua hasta su fuente. Propongo que se adapte al molino un aspa rotativa que active un gran fuelle de acordeón con una solapa móvil en la parte de abajo. Esto absorbería el agua del río y la canalizaría a través de una larga tubería de bambú hasta el templo. Para que el sistema no colapse, cada 12 metros la tubería debe hacerse un centímetro más fina, de modo que llegue arriba seis veces más agua de la necesaria sin esfuerzo. El molino ya está construido, pues sirve para moler, y el fuelle se podría hacer con cuero curtido, que los aldeanos nos regalan. Calculo que la obra llevaría un mes con 30 hombres, y el bambú saldría gratis, ya que su resistencia a los elementos está suficientemente probada.
Además, he ideado que la tubería recorra toda la gran muralla por la parte superior. En las cuatro esquinas, así como en el medio de los grandes muros, debería bajar una fina caña o tubería de bambú con un corcho en las puntas. Esto evitaría desperdiciar el vital líquido y mantendría el piso del templo lo más seco posible.»
El Prior y todos los maestros se quedaron atónitos. Un niño de tan solo seis años acababa de solucionar un problema que había persistido durante siglos y que no solo beneficiaría al templo, sino a miles de aldeas en toda Asia. Sin darle tiempo a reaccionar, el Anciano Sabio alzó su báculo y dijo a los presentes:
«¡Manos a la obra! Llamen a todos los monjes y a los aldeanos. Durante este fin de semana deben estar listas todas las obras.»
Y, efectivamente, ese mismo lunes, el monasterio y la aldea ya contaban con un sistema de agua que transformó la vida de todos. La innovación de Daniel no solo era eficiente, sino que se convirtió en un símbolo de ingenio y colaboración para la comunidad.
3 de Oros… La Inteligencia Creativa y veloz…Las Reformas.
3 de oros en el amor: Cuando desees a una persona o algo, no solo lo debes llevar en tu mente sino también en tu corazón.
En el Dinero: Piensa, cree, crea y luego podrás disfrutar de tus éxitos.
En la Salud: Aceptar los cambios imprevistos de la vida ,es una de las herramientas para tener un mejor porvenir.
Un fuerte abrazo
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