Nota importante:

En Cada entrada interpretamos una baraja diferente del Tarot. A través de Daniel, sus peripecias y lecciones de vida conectamos directamente con la interpretación de las cartas.

Las fui realizando cada día y retirando las anteriores cartas, pese a que algunas, decidieron repetir más no así en la historia. Espero que las disfruten y veremos que nuevas sorpresas nos trae “El Tarot” para el Futuro.

Que Dios los bendiga.

3 DE BASTOS

Según la tradición, todos los monjes debían estar en sus diferentes claustros para la esquila de las ovejas y los yaks. Durante semanas, se reunían los rebaños para ser encerrados entre los muros de los monasterios. Realmente, era un gran festín; la alegría vibraba por doquier mientras los monjes limpiaban a los animales con inciensos y revisaban cualquier lesión en ellos. Luego, los monjes más jóvenes, con sendas tijeras, procedían a esquilar (cortar la lana). Se organizaban concursos de velocidad: quién cortaba más al ras sin dañar al animal y quién recibía menos golpes.

Por otro lado, las mujeres hervían agua donde se lavaría la lana para luego limpiarla, secarla e hilarla. Todo el proceso podía llevar hasta nueve días, pero tenía un gran fin común: parte de la lana se llevaba a las grandes ciudades, de donde se obtenía el primer ingreso del año para toda la comunidad y, con ello, los primeros suministros externos. Ese año, un joven de solo doce años había ganado todas las pruebas y, como premio, podía acompañar a Daniel en la difícil travesía que los llevaba por desafiantes cañones, glaciares y tierras frecuentadas por bandidos que, cada año, cobraban la vida de algunos de los viajeros. Treinta y cinco yaks, doce mulas y quince monjes debían partir de inmediato a las tierras bajas para realizar los intercambios de rutina.

Al cabo de tres días, el joven monje campeón ya estaba intranquilo al ver que Daniel daba vueltas interminables. Por experiencia, el chico sabía que en solo dos días se podía llegar a la ciudad. Molesto, increpó a su guía y le preguntó directamente: “¿Cuál es tu intención, Daniel? ¿Que nos maten o que nos despeñemos por un barranco? ¿No ves que con tanto rodeo somos un blanco fácil para las desgracias?”. Ante esto, el maestro se mantuvo impertérrito y simplemente le dijo: “Baja la voz, vuelve a tu puesto y ten un poco de paciencia”. Pero el joven tomó su atado de bestias y partió a paso veloz por el camino recto que, según él, lo llevaría prontamente a su destino. Daniel, rápido como una saeta, lo alcanzó y le dijo: “Tu mayor responsabilidad no es llegar pronto a la ciudad; es regresar con el dinero y las provisiones. Ten paciencia y guarda silencio”.

Al anochecer, ya en un campamento seguro, Daniel mandó llamar al joven monje y le ordenó cargar un fardo de lana de unos 20 kg. El adolescente replicó: “Pensé que los budistas no creíamos en el castigo físico”. El maestro, sin embargo, prosiguió con sus mandatos y exigió veinte pailas de agua tibia. Los otros monjes, así como otros viajeros que pernoctaban en el mismo lugar, comenzaron a preocuparse por las extrañas solicitudes del maestro. No obstante, la reputación de Daniel era incuestionable. Uno de los monjes se acercó cautelosamente al joven, pero Daniel, de inmediato, le dijo: “Déjalo y ve a hacer lo que he pedido; no te preocupes”.

Mandó sentar al joven en el centro y pidió a todos que formaran un círculo a su alrededor. Tras rociarlo con diez cubos de agua, le pidió que se levantara, pero el joven no pudo moverse. Tres monjes intentaron ayudarlo, pero tampoco lograron hacer nada por él. Daniel, quien sabía por experiencia que cruzar ríos profundos con los animales era una muerte segura, entonces le dijo al joven campeón: “Ahora entiendes por qué hemos dado tantas vueltas para salvar el futuro de nuestro pueblo”. El joven respondió: “Claro, habríamos muerto si hubiéramos bajado por el camino habitual. Disculpa, maestro, por mi mal comportamiento, y mil gracias por salvar mi vida”.

Por lo general, debemos hacer lo que tenemos que hacer, no lo que queremos hacer. Todo éxito depende de ello.    Asi sintetizamos al 3 de Bastos.

3 de Bastos en el Amor: Aquello que no estás dispuesto a hacer por ti, jamás estarás dispuesto a hacerlo por otros.

En el Dinero: Da siempre lo mejor de ti, no se trata de cuanto te pagan, sino de evitar ser mediocre.

En la Salud: La mejor manera de prevenir una enfermedad es estar bien contigo mismo.

Feliz semana, un fuerte abrazo

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