Llegado el momento todos los aspirantes a aprendices, debían abandonar sus hogares para entrar a vivir en el monasterio, Daniel que solo tenía 7 años siempre había sabido su destino y ansiaba ese momento desde que tenía memoria, pero dentro de su pecho había un dolor que taladraba su pequeña alma, aquel paso que lo conduciría a su vida amada, le robaría desde el mismo instante de cruzas el umbral de su puerta “todo lo que conocía”, que terrible dolor, el respirar ya era una agonía, las lágrimas brotaban con un sabor dulce y amargo, ya más nunca podría volver a vivir con sus padres o hermanos, pues los elegidos debían renunciar a todo lo terrenal y en lo que el niño saliera de casa ya dejaría de ser el hijo para convertirse en uno de los elegidos para custodiar todos los secretos de la humanidad.
A lo lejos ya se vislumbraban los muros de aquel antiguo recinto, entre la neblina, el olor a húmedo y humo impregnaban el ambiente y los cantos rítmicos se entre mezclaban con los pájaros, el viento y las hojas en movimiento, de repente los sollozos dieron paso a una especie de energía que recorría todo el cuerpo y los ojos tristes pasaron a ser dos grandes grabadoras que no querían pasar ningún instante sin ser percibidos. Los mantras hacían latir su corazón y una alegría indescriptible lo impulsaba a saltar de la carreta para correr en dirección a su futuro, las plantas de sus manos sudaban, al abrir las puertas de su nuevo hogar, otros niños aguardaban traviesamente cada uno delante de su maestro, en el centro del patio un anciano con una larga túnica blanca lo esperaba al lado de otro monje, al bajar del carruaje, el anciano llamo su atención. “Daniel” (y por dentro un susto, ¡oh ¡sabe mi nombre). Daniel ven, quiero que conozcas a todos tus nuevos hermanos y este aquí a mi lado que desde hoy será tu Maestro. (9 de Copas).
Mañana en el Amor: Ningún cambio en nuestras vidas surge por casualidad. En el Dinero: Un buen profesional aprende a conocer hasta el olor que respira, esta es una de las claves del éxito. En la Salud: Aferrarse al pasado nos impide saber qué hay del otro lado del puente.
Que dios los bendiga, feliz día y un fuerte abrazo
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