Como todo adolescente Daniel tenía sus momentos de incertidumbre y por supuesto también un interés muy impulsivo (por decir algo) en cuanto a la sexualidad, una noche nuestro joven amigo había tenido un sueño un tanto subido de tono y al despertar se vio con todas sus ropas impregnadas de algo más que simple sudoración, evidentemente en su habitación dormían otros 40 chicos más y aquel acontecimiento no podía pasar de ser percibido. El maestro entro en los aposentos y de inmediato solo se escuchó un: “A Callar”, aquí todos son hombres y como tal o esto les ha pasado antes o les va a pasar, Joven Daniel, ve a bañarte y te espero en el salón de la Gran Madre Superiora.
Aquella enigmática mujer vivía en un pequeño habitáculo construido especialmente en una de las paredes externas del templo, pues dentro de esté no se le permitía vivir a ninguna mujer. Todos los pupilos del monasterio sabían que era ella quien coordinaba todo el mantenimiento del mismo, la comida, he incluso era la única mujer que podía hablar directamente con el “Prior” sin previa cita.
Nuestro querido Daniel estaba terriblemente asustado pues un monje debe aprender a dominar sus emociones y aún más, renunciar a su sexualidad según lo que él tenía entendido.
Aquella anciana mujer perfectamente sentadas en posición de servir el té, delante de una mesa con dos tazas, leche, pequeñas frutas, miel, algunas hogazas de unos panecillos que se deshacían en la boca, unas flores de jazmín con un aroma intenso y con unos pétalos increíblemente aterciopelados.
– Querido Daniel, me honra tu presencia, ya era hora de que entraras en el mundo de los hombres y abandones tu infancia, todo lo que ves en esta mesa y en este mundo ha sucedido gracias a lo que a ti te ha pasado esta noche, sin tu semen (el verdadero elixir de la vida) no existiría absolutamente nada, la harina del pan son las semillas, que nacen de los frutos, estos de las flores que son polinizadas por las abejas, que tienen abejas reinas que a su vez son fecundadas por los zánganos, sin tu esencia, el mundo como lo conocemos dejaría de existir y todo el planeta se convertiría en un gran desierto sin vida alguna. Como monje puedes escoger en mantener tu castidad o no, eso es elección tuya, pero debes estar consciente de que lo sucedido esta noche es perfectamente normal y un hombre por lo general, tiene un mínimo de 3 erecciones durante la noche y que por más que tu entrenes tu mente, existen unos aromas como los de esta flor llamados Estrógeno y Progesterona, podríamos decir que es como un juego sucio de la naturaleza, cuando la mujer ovula, dichos olores se disparan, pero aunque tu creas no olerlo, esto llega a tus glándulas hipófisis e hipotálamo obligando a tu cuerpo a reaccionar en forma de deseo. Serán muchas las veces en las que te puedas controlar, pero en otras, simplemente te darás cuenta de que las curvas de una mujer, te han hecho una mala pasada.
Ante esta clase de sexualidad de parte de La Gran Madre Sacerdotisa, Daniel simplemente se quedó atónito y pregunto: ¿Gran madre, como es posible que usted sepa tanto de la vida?
– “Mi niño”, antes de retirarme a este recinto, vendí mi cuerpo para sobrevivir, luego me case con un hombre que me maltrato y luego me vendió a unos mercaderes, fui esclava en un harem, después de conseguir mi liberación me volví a casar, tuve 11 hijos, de los que aún sobreviven 4, con la muerte de mi segundo esposo y cansada de maltratar mi cuerpo, suplique ayuda al “Prior” que antecedió al tuyo y después de escuchar mi historia, me dijo que mi vida era el mayor regalo de este templo, mando a todas las monjas que ayudan en el templo a reunirse y me nombro “Madre Gran Sacerdotisa” aún no sé porque, pues en otro lugar me habrían matado lapidada.
Mañana en el Amor: La mejor de las escuelas, es la Vida. En el Dinero: Piensa siempre en lo que debes hacer, no en lo que quieres hacer. En la Salud: Cuando se aprende a ver más allá de lo aparente desaparecen las críticas y comienza el saber.
Feliz día, que Dios los bendiga y un fuerte abrazo
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