Se decía en el templo que en la gran montaña de las pagodas vivía un Monje que no ingería ningún alimento, ni agua desde hacía más de cien años, a mí me llamaba la atención pues no conocía a ninguna persona tan vieja y ¿Si no comía de que podía vivir?, pero a los discípulos se nos tenía prohibido ir al valle de los tigres y este era el único camino que daba acceso a las cordilleras místicas.
Un día me atreví a preguntar a mi maestro ¿si todo aquello era verdad?, pero su respuesta fue tan sorprendente como absurda, “Daniel ve en tu corazón” eso fue todo.
Pasados los años un viejo monje llego al monasterio y causo gran revuelo entre los superiores, rápidamente se reunió el consejo, pero solo los maestros y el prior tuvieron acceso a tan extraordinario conclave, pronto salieron 16 maestros rumbo a los a los 16 puntos básicos de la rosa de los vientos, mi maestro vino apresurado y me dijo toma tus sandalias y el callado hemos de ir al nor noreste (NNE) (30º) a dar un mensaje urgente, es posible que alguno de los dos o los dos perdamos la vida en el camino, pero recuerda todo lo aprendido y ten fe en la luz que llevas en tu corazón, en tu callado que son las enseñanzas de generación en generación de todos los maestros, en tus sandalias que son los pasos que has dado y darás en la vida, al salir del templo se nos dio un pequeño saco, en él, un cuenco de arroz, para dar alimento al cuerpo, mantequilla, para comer, para iluminarnos y para cubrir las heridas, una cucharada de sal para pagar las deudas del camino, algunas hojas de té para dar sabor a las conversaciones de la noche. Ya después de partir, pregunte a mi maestro que sucedía y el me respondió, “Daniel” calla, escucha una vez más tu corazón, ahora más que nunca debe estar en paz, hemos de ir por el Valle de Los Tigres, a nosotros se nos ha dado la misión más delicada, hemos de encontrar pronto al monje centenario para darle un mensaje.
Ya teníamos 3 días de camino y mi maestro de repente me dice “Daniel” sienta y medita, en un instante nos vimos rodeados de fieras que jugueteaban con nosotros como pequeños gatos, allí tome la sal que se me había dado y se la di a los felinos, pronto partimos otra vez, en busca del hombre, una semana después llegamos a una meseta muy empinada, cada 45 pasos se erigía una pequeña pagoda y cada 25 de estas una grande de más de 75 metros de altura, pasado un rato, un joven monje vestido con unos ropajes blancos salió a nuestro encuentro y mi maestro lo abrazo con gran afecto, cosa que me sorprendió, pues era más joven que yo y desde mi llegada al templo, jamás me había alejado de mi tutor más de unos pasos después de un rato, me llamaron a su encuentro, debía buscar las ropas y el callado y las sandalias del muchacho en una cueva, pero al entrar en la gruta, sentí como una centella que partía mi cuerpo en dos, me levante del piso y salí de allí casi que huyendo, cuan fue mi sorpresa al conseguir a mi maestro, aquel joven, se convirtió delante de mis ojos en un anciano desgarbado y casi que esquelético, él mismo se volteó y me dijo, yo soy aquel que has venido a buscar, antes viste el “cuerpo de mi alma” que me hace sentir como un niño por eso vivo aquí para seguir jugando y siendo feliz y ahora vez mi cuerpo físico, este que tiene 175 años, y que se alimenta solo del amor del niño que llevo por dentro, este es y será uno de los misterios de la vida.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR SU AUTOR: RICARDO LATOUCHE PARDO
El fin de semana en el Amor: Toda palabra que brote de ti debe estar envuelta de amor, recuerda que la vida se rige por la ley de causa y efecto. En El Dinero: Aquel que ambiciona más cada día, desgasta su alma al doble de la velocidad que su cuerpo, cuando considere que ya tiene suficiente, no tendrá salud para disfrutarlo. En la Salud: Si conservas tu alma joven tu cuerpo no envejecerá
Que Dios los bendiga, feliz fin de semana y un fuerte abrazo
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